Linoleum
El pasado 1 de enero, los suecos Pridebowl rompían su silencio y nos despertaban con un álbum en directo que bien merece otra reseña. Ahí sorprendieron tocando un nuevo tema «Hostage», que hizo saltar todas las alarmas. ¿Habría nuevo material tras veintisiete años?, ¿eran nuestras ganas o una expectativa real?
Pues bien, hace dos semanas, el sueño se convirtió en realidad, y Convergence, el nuevo disco de Pridebowl vio la luz. Y de qué manera. Simplemente con escuchar el inicio de «Disconnected» ya sabemos que estamos ante un disco que sigue manteniendo la esencia de ese punk rock sueco que tanto nos marcó en los 90s. Gracias.
Diseccionar este álbum tema por tema sería un ejercicio complicado pues todas y cada una de las canciones que componen este disco son igualmente perfectas. Y su conjunto una obra maestra del género que nos lleva a catalogarlo como el mejor disco de lo que va de año. Con diferencia. La voz madurada de Aaron suena mejor que hace veinte años, y las melodías, guitarras, bajo, y batería, la acompañan a la perfección.
Por citar momentos de éxtasis en el completo del disco, podemos quedarnos con las guitarras rasgadas del comienzo de la citada «Hostage», con el bajo y los coros de «Magic Man», o con ese toque agrio en el conjunto de «My 3 Letter Agancy». Tampoco vamos a pasar por alto el coqueteo con el hardcore en «The Wrath». Sin embargo, y a riesgo de sonar repetitivos, este trabajo es igual de redondo que las ruedas del skate que apetece coger al escucharlo. Sin tener ni idea de patinar. Da igual.
Conclusión: parece que el punk rock está dispuesto a tirar por los suelos esa afirmación que reza «segundas partes nunca fueron buenas». La vuelta de Pridebowl es el penúltimo ejemplo. La banda está a un nivel altísimo, y cruzamos los dedos para que estén dispuestos a girar y nos visiten. Sería la mejor noticia del año, y la guinda para lo que a día de hoy consideramos el disco del año: Convergence de los suecos Pridebowl. Sí, los Pridebowl de siempre. Han vuelto. Sí, en forma de discazo.
