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Scowl @ Wurlitzer Ballroom (Madrid)

Buena manera de empezar agosto. Anoche, primer día del octavo mes del año, la primavera floral de los californianos Scowl se convirtió en un verano tan fuerte y caluroso como el hardcore que ellos mismos practican. Que sí, que hace calor y en la Wurli se suda en verano, pero lo de anoche fue una vuelta de tuerca más. Os lo prometo.

Si empiezo por el final, aún puedo ver a un público que salía (salíamos) empapados hasta los huesos y que escurría literalmente sus camisetas en la calle. Podríamos haber llenado unos cuantos tercios con ese sudor que no se sabía si era propio o ajeno.

Dicho esto, el concierto fue aún más potente que el calor. Scowl van a reventar los termómetros del hardcore (si es que no lo están haciendo ya). Juventud, fuerza, carácter y ganas. Un carácter que está representado en su frontwoman, Kat Moss, la cual dijo varias veces estar pasando el calor de su vida.

Con un larga duración y un flamante Ep, la banda tocó todo lo que pudo y más. Los temas más espídicos de su primer trabajo, «Bloodhound», «Idle Roaring Room» o «How Flowers Grow», desataron la locura en una sala que estaba abarrotada, como así lo justificaba su sold out. La parte delantera era un ir de venir de golpes, saltos y crowdsurfing donde, un público heterogéneo en sexo y edades respetaba el fragor de una batalla limpia y justa.

Scowl han ido más allá y han tenido la valentía de decelerar un hardcore que tenían bajo control, y el resultado en directo no puede ser más atractivo. Temas como «Psychic Dance Routine» hicieron que la sala coreara los riffs de guitarra y bailara sin parar tras las continuas peticiones de Kat. «Shotdown» y «Opening Night» también hicieron las delicias de unos asistentes que mezclaban pases de baile hardcore con movimientos de cabeza grunge.

Estuve en primera línea durante la primera mitad del concierto pero tuve que retirarme a coger aire debido a una intensidad que aún hoy mis piernas me recuerdan. En total sería una media hora de concierto equivalente a dos sesiones de vuestro gimnasio.

Cuando la banda cerró el concierto, los gritos de una más hicieron que nos regalaran dos temas más. Uno de ello, una versión, «99 Red Balloons» que sonó divertida y supuso un dulce postre. Me pareció una pena que no tocaran «Seeds to Sow», y me quedé con ganas de la versión de «Waiting Room» que habría tirado las paredes de la Wurli abajo. La mayor pena es que no trajeran vinilos, iba listo a pillar los dos.

No los perdáis la pista, la próxima vez que vengan, será en gran formato, desafortunadamente. Lo de anoche, nos lo apuntamos en nuestro diario con letras mayúsculas, fluorescentes y psicodélicas, adjetivos que bien describen a la perfección a Scowl.

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