Mi primer contacto con este disco en mayúsculas fue en los primeros meses del, ya lejano, año 2.000. Fue un contacto no buscado, una causalidad, un descubrimiento. En los años en los que más alocadamente vivía el punk rock, nada podía indicar que The Get Up Kids y su emo (que luego analizaré) me iban a conquistar. Pero el contacto sucedió y fue en un recopilatorio, y fue con «Ten Minutes». Este corte me aportaba una frescura y un buen rollo que se desmarcaba de las baterías endiabladas que consumía a todas horas por aquel entonces. Tampoco es que corriera inmediatamente a buscar más referencias del grupo, pero poco a poco sucedió.
Fue así como di con Something to Write Home About (1999), un disco de cabecera y de culto para todos aquellos que aman el emo de finales de siglo. Esa segunda camada de grupos capitaneada por Weezer, Jimmy Eat World o Dashboard Conffesional. Una época donde el emo aún tenía poco que ver con pelos planchados de color rosa o lila, con collares y pulseras de tachuelas, y con My Chemical Romance. Un emo que no se reflejaba en un look o que no iba dirigido expresamente a un público pubertoso. Este emo se basaba en las composiciones, en las letras y en la manera de transmitir lo que se cantaba. Y en eso, The Get Up Kids eran los amos. Por eso temas como «Action & Action» o (la inmensa) «Out of Reach» son joyas dentro del género.
La segunda canción que escuché del grupo fue «Valentine», canción que por aquel entonces tenía mucho significado para mi, ya que mi novia de entonces se llamaba así. Quizás sea otra de sus canciones más conocidas y una de las que cada 14 de febrero sigue usándose una y otra vez, a pesar de que esta haya cumplido este año la friolera de veinte tacos. Todo un clásico. Si hablamos de clásicos, tampoco me puedo olvidar del corte que abre el trabajo: «Holiday». Una de las canciones más «rabiosas» del disco y, a la vez, una preciosa canción de pop. Otra de las grandes. Y es que este álbum ha sido siempre un espejo donde bandas venideras se han intentado reflejar e incluso, a buen seguro, han intentado calcar, obviamente sin éxito alguno.
La segunda parte de este Something to Write Home About comienza con «My Apology», otro precioso tema a dos voces que rompe con el ritmo «fácil» y popero del conjunto haciendo que sea diferente y única. La voz rasgada de Matt es una delicia, y las guitarras en el «subidón» a mitad de corte son un clímax musical. También encontramos la tranquila «Long Goodnight» canción que bien podría valer como nana de buenas noches para actuales treintañeros. Las encargadas de cerrar esta masterclass son «Close To Home» y «I’ll Catch You». La primera recupera unas guitarras más afiladas e imprime carácter al conjunto con un estribillo coreable, mientras que la segunda tira de piano para convertirse en una de las canciones más bellas, no solo de este disco, sino de todo el género. Preciosa, emotiva y conmovedora. No se me ocurre mejor broche.
Sinceramente, me sorprendió bastante (de manera positiva) que este disco fuera el ganador del Disco Remember de este mes. No me esperaba que en estas fechas tanta gente se acordara de él y tuviera ganas de leer una reseña/tributo al mismo. Lo cierto es que este disco alcanza tamaño de icono y que quizás por eso, conquista a amantes de la música en general, esos que no entienden de géneros ni de etiquetas, pero sí de música y de emociones. Y de eso, Something to Write Home About va sobrado. Al igual que sus creadores, The Get Up Kids. Por cierto, no he escrito sobre su portada, pero solo decir que es una obra de arte tan icónica (al menos) como este álbum. De diez.