Había pasado mucho tiempo. Muchísimo. Quizá hasta demasiado, desde la última vez que vimos a The Offspring en gira propia. Si la memoria no nos falla, desde aquel concierto con AFI en la Cubierta que parece haber sido en otra vida. Demasiado.
Sin embargo el viernes pasado volvimos a verlos. Y las sensaciones no fueron tan diferentes a las que tuvimos veinte años atrás. Quizá de eso se nutre todo esto. De la nostalgia, y de la capacidad de congelar el tiempo. Pero esa es otra historia. Vamos al grano.
Llegamos al recinto sobre las 18:30 de un día en el que hasta el tiempo acompañaba. Para sorpresa (era un día laborable), los aledaños ya mostraban un ambiente de los de las grandes citas. Mezcolanza total de público y edades (+30 era la que claramente predominaba), y muchas familias con niños ya que el horario era propicio para poder mostrar a los más jóvenes algo que, seguramente, por su propia iniciativa no descubrirían jamás. Pero esta también es otra historia.
Si hacía tiempo que no veíamos a The Offspring, imaginaros a Simple Plan. A las 19:00 hicieron su salida en un Palacio que ya gozaba de una muy buena entrada, y la verdad es que la banda demostró que sigue teniendo la capacidad de conectar con el público.

Salieron al escenario con la música de Star Wars, y comenzaron ganando 1-0. A continuación empezaron con uno de sus hits «I’d do Anything», y demostraron que la gente que estaba allí, no iba a ver que pasaba, estaban allí por ellos. Y eso en parte, también nos sorprendió.
El concierto fue un ir y venir de himnos de pop punk con la misma actitud que hace años. Pierre tiene ya cuarenta y seis palos, pero por su actitud y ganas, desde la distancia, ni lo notas. Y sigue con pelazo. Para la ocasión llevaba una camiseta donde se podía leer «I’m just a Kid an adult». Porque hay cosas que no se pueden esconder.
El setlist fue divertido, no podemos negarlo. Temas como «Addicted» o «Welcome to My Life» consiguieron picos de interacción que llegaron a mover a la pista entera. Globos, gas, e incluso unos Scooby Doos bailarines en «That’s New Scooby Doo», ayudaron a que la gente entrara a formar parte del show. Pero nada que ver con lo que estaba por llegar, obvio.

Simple Plan cerró su directo con «Where I Belong», «I’m Just a Kid» y «Perfect», intercambiando los roles en el escenario, y disfrutando tanto o más que los allí presentes. Buen concierto y mejor calentamiento para lo que realmente nos esperaba.
A las 20:30 clavadas Dexter, Noodles y los suyos subieron la rampa del escenario para desatar la locura generalizada. «Thunderstruck» de AC/DC también ayudó. Sin tiempo para más, los acordes de «Come Out and Play» hicieron el resto. Esta empalmó con «All I Want» en un inicio de locura total. Y una declaración de intenciones. «Want you Bad» cerró el bloque inicial. Así se arranca un concierto.
La verdad es que alegra ver al grupo moverse sobre el escenario y disfrutarlo. Cualquier tiempo pasado no fue mejor. Tanto la producción como el setlist estaba cuidadosamente mimado para crear un ambiente que agradara a todo tipo de fans. A los que estaban allí para escuchar «Looking for #1» y «Original Prankster» y disfrutar de las pantallas y efectos, y a aquellos que iban a reventar el pogo con «Bad Habit» o «Genocide» (la gran sorpresa de la noche).

El concierto llevaba un ritmo alto, y entonces llegó la «Intermission» camuflada. Y un tanto eterna. Unos «ole, ole, ole» fueron el preámbulo. Un parón bastante largo en «Bad Habit» la continuación. Y una batería de (tremendos) covers el desenlace. Ramones (con monos incluidos en el escenario), Black Sabbath o Ozzie sonaron en voz y manos de The Offspring. Sí pero no. Al menos para nosotros. Y que conste que entendemos la necesidad de tomar aire por parte del grupo.


Tras esa media hora que demostró que ya no estamos en 2001, y tras coger aire, The Offspring volvieron para cerrar el concierto de la misma manera de la que lo habían empezado. A lo grande. «Gotta Get Away» tomó las riendas y nos preparó para la versión de piano de «Gone Away» con un palacio iluminado por móviles. Precioso momento.

Tras ese momento «celestial», llegó la traca final. «Pretty Fly (for a White Guy)» desató las ganas de bailar de toda la pista (y gran parte de la grada), mientras que «The Kids aren’t Alright» abrió cuatro o cinco pogos que hicieron la envidia de todos los que, esta vez, estábamos en grada. Bien hecho.
El tremendo show (lleno de hinchables, globos, serpentina, e incluso un zepelín) llegaba a su fin, y ya solo quedaba darlo todo en «You are Gonna Go Far Kid», y cómo no, con la canción que cambió a toda una generación, «Self Esteem».

Sudor y sonrisas se podían dibujar en la pista. Y la sensación de haber vivido un señor concierto acorde con lo que se espera de un grupo de tamaño nombre. ¿Que muchos firmaríamos verlos en La Riviera sin florituras? – obvio, ¿que ellos también saben hacerlo en este formato?-también.
A veces es necesario tocar fondo para darte cuenta de que necesitas volver a subir a la superficie a respirar. Y eso es lo que parece haber sucedido con unos The Offspring que están pasando por una segunda juventud (supuestos arreglos de sonido a parte). Lo del viernes va sabiendo aún mejor según pasan los días, y eso es porque, le pese a quien le pese, ellos siguen triunfando.