Pongamos que voy a escribir estas líneas como tributo a la Rolling Stone. Que lo voy a hacer desde un ordenador que es un tributo a un Mac. Y con ideas, frases y líneas ya escritas por otros, nada es de mi cosecha. Para más inri, copiaré el estilo y la ropa de aquel escritor al que rindo tributo. Me dejaré su barba y me pondré sus gafas de pasta. Quizás así, y solo así, este post llegue a mucha más gente. Quizás así pueda llegar a llamarme a mi mismo escritor. Quizás así me sienta más realizado.
Esta es la realidad que llevamos viviendo de un tiempo a esta parte en el mundo de la música, el cual, tal vez movido por esa rebeldía que siempre se le ha supuesto, va al contrario de lo que sucede en la mayoría de las esferas de este país y tributa por ti, por mi, y por por todos sus compañeros. Curioso cuanto menos. Y también triste, bastante triste. Es cierto que la cultura de la música en directo no vive su mejor momento. Todos sabemos que tiene enemigos de peso en casi todas las ciudades, y que tener una sala de conciertos, ser promotor e incluso ser un grupo que se dispone a girar por la península, es sinónimo de tenerlos muy bien puestos. Sin embargo, el tema de los tributos es para que nos lo hagamos mirar.
¿Cuántas veces habéis paseado por vuestra ciudad y habéis visto un cartel con el nombre de cuatro de vuestros grupos favoritos en grande y con su tipografía original y os habéis frotado los ojos?. ¿Cuántas de esas veces el sueño ha acabado en decepción?. Conozco vuestra respuesta. Y es que en los carteles de los grupos tributos hay que hacer como en los contratos; leer muy bien la letra pequeña. Solo así serás capaz de saber que el reclamo de la pared no anuncia el supergrupo por el que darías todo, si no a un conjunto de músicos que harán las veces del mismo en su versión low cost. Sí he dicho «conjunto de músicos» y no grupo. Conjunto de músicos porque para mi (y siempre teniendo en cuenta que esto es un artículo de opinión) un grupo de música no son solo músicos tocando música, también son músicos que tocan sus propios temas, que componen y que crean, cosa a lo que estos tributos renuncian completamente.
Es cierto que también dije «low cost», y aquí quizás me haya equivocado. El precio de estos conciertos va en aumento seguramente debido a la oferta y a su demanda, y el precio a veces se dispara de manera alarmante. Todo esto esta muy bien para el circuito de salas que se llenan presentando estos tributos a los que casi todos acuden sin dudarlo pero, ¿qué pasa cuando en la sala de turno toca un grupo que no es famoso y que no toca ningún tributo?. Pasa que ese grupo que dedica tiempo a crear, a componer, a buscar su propia identidad y a presentar algo único y genuino no obtiene el apoyo necesario. Pasa que estamos premiando el calco en vez del dibujo, la fotocopia en vez del original, lo fácil en vez de lo difícil. Y es ahí cuando me hierve la sangre. Es ahí cuando me cabreo y me planteo porqué nos cuesta tanto descubrir y dar oportunidades, y por otro lado, porqué nos cuesta tan poco alimentarnos con un refrito.
Seguramente muchos de vosotros seáis defensores de los grupos tributo. Estoy convencido de que me podríais dar miles de razones por las cuales son positivos, pero lo siento, yo creo el daño que hacen al mundo del directo es proporcional al auge que tienen hoy en día. Conozco grupos que en este país se las ven y se las desean para poder cerrar una gira decente mientras que, en Europa o incluso América o Asia se les tiende la mano y se valora el trabajo que hacen. Una vez más la marca España dejando volar talento y arte casi sin inmutarse pero, ¿qué mas da?, si el sábado que viene quizás haya unos cuatro o cinco tributos a Extremoduro tocando por todo el país. «era de Plasencia me parece que decía…».
Dicho esto, prefiero mil veces un grupo de música que se rompa la cabeza en escribir y componer, que crea en lo que haga y que disfrute creando, que uno que se limite a copiar los éxitos del vecino rico. Tal vez esa sea una de las razones de ser de este blog; el poder presentaros los grupos que nos gustan, tanto si son grandes y conocidos, como si son pequeños y están empezando. Yo soy de la creatividad y el esfuerzo que conlleva. Yo no soy de tributos.