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Vinilos: esas modernas gallinas de huevos de oro

Creo que ni los sellos más optimistas podrían imaginar el presente que les está otorgando la industrial musical en forma de círculo de plástico. Cada año la venta de vinilos sube en todo el mundo, y está claro que este es (de nuevo) el formato más venerado por los verdaderos amantes de la música física.

Sin embargo, creo que todas y todos nos estamos volviendo un tanto locos. Me explico. La ley de la oferta y la demanda es algo más antiguo que los discos a 45RPM y, por tanto, todos los agentes que participamos en esta ecuación consumista somos culpables. Los que venden, los que compran y los que especulan.

Como comprador de vinilos desde hace más de quince años, he experimentado el cambio que se está produciendo en este amado hábito. Recuerdo cuando vivía en Berlín y me hacía con vinilos en una mundialmente famosa tienda de discos por 12/15 euros. Era 2004 y está claro que los huevos eran otros. También me acuerdo cuando iba a un concierto y las bandas (hablo de grupos internacionales) llevaban música física. Algo que cada vez es más extraño.

Las discográficas con más nombre (todo mi respeto a los sellos pequeños que hacen esto por amor a la música y para cubrir gastos) se están canteando. Aprovechando el tirón, están viviendo de unas rentas que le otorgan ahora más dinero que en su momento.

Recientes variantes del disco «How Could Hell Be Any Worse?» disponibles por su 40º aniversario.

La capacidad adquisitiva de unos seguidores que ahora peinan canas (los más afortunados) hace que hayan visto vía libre para casi no poner límite a sus precios. Ediciones de colores, ediciones de aniversarios o incluso discos dobles separados y por los que te cobran (un ojo de la cara) por una carpeta donde meter ambos discos.¿Estamos locos?.

Supongo que todo esto acabará explotando (o no). El que escribe empieza a estar un tanto cansado de tener que pagar lo mismo por los gastos de envío que por el producto en sí, y encima tener que esperar tres meses a que el vinilo llegue a mi casa. Empiezo a plantearme que la única manera de luchar contra el sistema es no siendo participe del mismo, por mucho que me duela. Hace tiempo que paso de reediciones de colores, de sentarme tras un ordenador y luchar por un Boxset o de tener varias ediciones del mismo disco.

Todo en su justa medida es acertado pero… ¿cuánto tiempo seguirá el vinilo en ascenso?, ¿romperá la avaricia el saco?. Supongo que hasta que nosotros lo permitamos y es que, ya lo dijo Poison Idea en 1984 «Record Collectors are Pretentious Assholes».

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No Fun At All – Seventh Wave